lunes, 14 de enero de 2008

Alonso se ajusta el mono

NAC_DEP_web_1 POR JOSÉ CARLOS CARABIAS

MADRID. El público ha recuperado baratijas que creía deshauciadas en un cajón de trastos viejos y los directivos del marketing se tiran de los pelos. Fernando Alonso vuelve al trabajo con Renault. Y lo hace con el número cinco, el dorsal de su primer título mundial. Vuelven a cobrar valor las gorras antiguas, las camisetas azulonas del equipo francés, aquellas banderas que se convirtieron en símbolo de una revolución deportiva, la de un deporte que se ha transformado de minoritario en masivo. Alonso se ajusta el mono, el casco y los guantes a partir de mañana en Jerez.

En cierta forma, el tiempo ha cubierto un paréntesis de un año. Como si no hubieran pasado doce meses, Alonso y Renault están de vuelta. Ha sucedido a lo largo de la historia del deporte. La memoria reconoce a estrellas ligadas a un determinado equipo, aunque hayan concursado para otros. Pelé y el Santos. Jordan y los Bulls. Lance Armstrong y el US Postal. Michael Schumacher y Ferrari. Por el lazo con Flavio Briatore se engancha una relación personal y comercial de apariencia sólida.

Alonso regresa a Renault y al aficionado le asaltan dos incógnitas. Una deportiva -¿estará el R28 a la altura de Ferrari y McLaren?- y otra ornamental, para sus cuestiones de consumo interno -¿qué colores vestirá el bólido de Briatore y sus chicos?-.

La respuesta a estas preguntas comienza a desvelarse a partir de esta semana en el trazado andaluz. El asturiano probará el coche que pilotaron Fisichella y Kovalainen en 2007, desprovisto ya del control de tracción, una de las madres del cordero de la temporada en curso. El sistema electrónico de ayudas se ha clausurado en la primera de la interminable lista de normas con que cada año bombardea la FIA, y Alonso, como todos, debe acostumbrarse a otro tipo de conducción.

Será un Mundial de pilotos y no tanto de coches, proclaman los visionarios. La realidad, sin embargo, induce a pensar que la supresión del control de tracción será determinante en pistas mojadas, no tanto en las secas. Es decir, lo de siempre. La lluvia altera todos los planes en la F1 y se viven carreras más divertidas.

La semana concentra la atención en la pista de Jerez, donde se juntarán todas las escuderías de Fórmula 1 salvo Honda y BMW. Aunque sólo cuatro estrenarán monoplaza: Ferrari, McLaren, Toyota y Red Bull, las potencias económicas del «paddock». Renault no abastecerá de información al español con su nuevo coche hasta la próxima semana en Valencia. El lunes 21 o el martes 22, Alonso abrirá el melón. Y será entonces, con sus impresiones a pie de asfalto y al mando del auténtico bólido de 2008, cuando empiece a coger color el juego de pronósticos, ilusiones y venta de expectativas. Todo el mundo es optimista en Fórmula 1 en enero, hasta que la realidad de las carreras en Australia y la primavera impone su sentencia.

Trabajo en la fábrica

Una vez ratificado su fichaje por Renault el pasado diez de diciembre, Alonso ha competido contra el tiempo, como es su costumbre. No tuvo posibilidad de probar el coche en diciembre por la cláusula de confidencialidad negociada con McLaren, según la cual no podía subirse a otro bólido antes del 31 de diciembre ni criticar al equipo de Ron Dennis.

El asturiano ha dedicado los primeros días de enero a un intenso trajín. Avión privado va, avión privado viene a la conocida fábrica de Enstone, donde gestó sus dos títulos mundiales. Y allí ha desempeñado el trabajo habitual de estas fechas. Una reunión detrás de otra con ingenieros, especialistas y personal de la empresa, programando pruebas, analizando alternativas, buscando soluciones competitivas para el monoplaza.

A Jerez llegará con su equipo de trabajo definido para todo el año. Ya tiene grupo de ingenieros, mecánicos y auxiliares. Algunos ya colaboraron con él en su anterior etapa. Con Nelsinho Piquet, su compañero para 2008, apenas ha coincidido en la factoría británica. Lo hará en el trazado jerezano. Renault también probará al ganador de las World Series by Renault, el portugués Álvaro Parente.

En su tiempo de ocio invernal, Alonso se ha explayado en su afición favorita. Consumir kilómetros al mando de la bicicleta que le diseñó en exclusiva un amigo asturiano. Y siempre rodeado de montañas y cuestas. En los pliegues de su tierra asturiana y en la no menos empinada Suiza, con los Alpes al fondo, donde ha fijado su residencia. A partir de mañana, da comienzo el curso en la vuelta al cole.

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